Burbujas de jabón


descarga (1)Pasear a los perros, correr, hacerlos brincar y juguetear con ellos hasta caer al pasto. Así decía mi papá que se divertía en su infancia. No había juegos mecánicos en los parques y con suerte había una televisión en casa, porque ya había pasado el tiempo en el que los niños ricos del barrio invitaban a sus amigos a compartir el televisor con todos sus amigos, en un ritual doméstico pero sagrado. ¡No!, decía mi padre, antes jugábamos de otra manera. Mi infancia fue más libre, más sana, llena de imaginación, árboles, pelotas y tierra en las uñas. Pero ladraban los perros y nos volvíamos a enfrascar en una carrera sucedida por la persecución de ambas mascotas..

Una vez cansados, comprábamos pompas de jabón en el parque. Juanito, el vendedor, las hacía en botecitos de gerber con detergente y una pizca secreta que nunca confesó para que parecieran papalotes de una tela invisible, decía. Y las soplábamos para que los perros, Atila y Gala, enloquecieran tratando de cazar esos insectos translúcidos, esa constelación de estrellas azarosa en el cielo dominical. Y nos burlábamos de la inocencia de los animales tratando de atrapar esos esféricos planetas ingrávidos. Nos reíamos y gozábamos de su cándida esperanza de asir las burbujas de jabón, justo como hacemos los humanos con nuestros sueños mientras los dioses se carcajean.

 

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Mi hijo se despierta el domingo y me pide que lo lleve jugar con los perros. Yo no me puedo negar, a pesar de mi sueño:

Soñaba que soplaba una trompeta estridente de la que emergían cuervos como en una imagen del Bosco, soñé que soplaba un diente de león cuyos vilanos se convertían en diminutas mariposas, soñé que soplaba las bombas de jabón que se convertían en palomas y gaviotas que subían al cielo y se convertían en cometas a través de la bóveda celeste, mientras levantábamos la cruz tras el eco de unos murmullos que parecían gruñidos de perros hambrientos… Pero mi hijo me despierta y me dice ¡vamos!

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Mi hijo disfruta todavía de ver a los perros persiguiendo las pompas de jabón como si fueran unas infladas libélulas que pinchan el aire, pero no sé cómo responderle.

-Papá, ¿las burbujas de jabón vuelan hacia mi abuelo?

 

Imágenes: Sin autor, Zula Kenyon, Reinier de la Haye

 

 

 

3 Comentarios

  1. Muy hermoso pasaje amigo, en verdad que las palabras crean y recrean emociones, sentimientos.
    Hasta pude imaginar cómo en aquellos colores que se esconden detrás de las pompas, pudo ver tu hijo una entrada al mundo que le invita el abuelo.
    Un saludo amigo.

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