Ahora que estoy encapsulado y en una galaxia distinta a esa Vía Láctea donde nació mi raza, me doy cuenta de que en los momentos más altos del deseo
no he sabido, no he aprendido a meter la cabeza en la cresta de la ola y pasar a través del fragor fabuloso de la sangre.
Querer a la Maga, haberla revivido con la inteligencia artificial,
haberla imprimido con todo su cuerpo y con todos su vacíos y ausencias,
rediseñarle los genes, para que fuera más contundente
ha sido como un rito del que ya no se espera la iluminación;
ha sido una danza de tarántulas sobre un piso lunado, una viscosa y prolongada manipulación de ecos.

Quién habría de censurarme después tantos eones, después de tantos planetas habitados y destruidos por esta epidemia homo sapiens,
quién habría de censurarme haber exigido la realidad virtual por pedido para meterme entero en la cresta de la ola del deseo, y con mi personaje más parecido, dice el escáner humano: La Maga
Confieso que había esperado esa alegre embriaguez algo como un despertar, como un naufragio entre el oleaje de la amante anterior en el remanso, altamar y tempestad de la amante nueva, como un juego de rol
Maga, Lolita, Clemencia, Justina, Malena llena eres de tango, o Pola
pronto un nuevo mar, un diferente oleaje con su soledad enredada de simulacros.
Encanto y desencanto de pasar de una boca a otra, de buscar con los ojos cerrados un cuello donde la mano ha dormido recogida,
y sentir que la curva es diferente, y sentir una base más espesa, un tendón que se crispa para besar o morder.
Todas y todos, cada uno somos la réplica de ese amor no encontrado por las calles de París, China Town, Stellenbosch, Okinawa, Arequipa, Metepec, porque Camino por Narvarte, Polanco y Coyoacán, mi anhelo de encontrarte, me lleva al Pedregal, como dice la canción
Porque buscamos y buscamos y hurgamos en la más profunda piel y sabemos que el amor es la tentativa imposible
Como un juego de niños, como brincar a vuelo de pájaro por el avión, con estancia bloqueada a golpe de piedra
Porque el amor juega a inventarse, huye de sí mismo para volver en su espiral sobrecogedora, los senos cantan de otro modo, la boca besa más profundamente o como de lejos, y en un momento donde antes había como cólera y angustia es ahora el juego puro, el retozo increíble, o al revés,
el vacío allende esta escafandra cósmica
inclinarse hacia afuera y dejarse ir,
paf,
Se acabó



El texto en cursivas es una intervención por Heber Quijano al texto en redondas de los capítulo 92 y 56 de Rayuela de Julio Cortázar, que este 28 de junio de 2023 cumplió 60 años de publicado. Aquí pueden ver la lectura de dicho texto en el homenaje realizado en el Centro Toluqueño de Escritores