Cuánta piedra se resquebraja,
cuánta fugitiva esperanza
escapa entre las olas,
cuánta eternidad se distiende
cuando un par de estatuas
nadan sin derrotero
con qué hilo se enhebra la sábana
con la que duerme el mar,
con qué voz se delfinan
las sirenas,
en qué modulaciones
se sirenan los delfines
al fondo del silencio
van embarcaciones incendiadas
entre llamas blancas,
y llueve cada domingo
entre fogatas de nubes
sobre la piedra, sobre la estatua,
sobre la lenta, callada, caricia
que olvida tu memoria
y se disipa en tu mirada.
Nadie imagina la noche
en que las estatuas se levanten
y pregunten:
¿cuánto tiempo llevo aquí?
Homenaje a René Magritte