Tesalia [II]


La niña del balcón, después de su novenario a las hadas, sale a besarle la frente al dragón que tiene por mascota.

La niña del moisés platica con la luna una letanía de nanas, mientras la luna se rasca la espalda con los tréboles del patio.

El mar gitano se vuelca sobre sí y, bajo su alfombra, un arco iris de pescados —acuíferos fuegos artificiales— le susurran al caracol el eco de las olas. Yo lo repito cuando reposo en tu ombligo, acostado en el musgo.

Las pirámides afinan los instrumentos del mundo. Los delfines truecan su sinfonía por el silencio de las ballenas. En el estrado de los arrecifes las estrellas de mar se fingen obeliscos y atisban orgías en los ojos de los tritones.

Hay un espasmo de espuma donde radica la luminiscencia. Una galaxia se tiende a mis pupilas, antes
del conjuro.

Tú, a penas me diriges la mirada.

Texto inspirado en uno de los Pequeños poemas en prosa de Charles Baudealire y en García Lorca

Publicado originalmente en mi libro Cuerda floja, Biblioteca Mexiquense del Bicentenario-EdoMéx, Toluca, 2010.

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