Derechos de Pachamama


En 2008 Ecuador se consolidó en uno de los primeros ejemplos jurídicos latinoamericanos de los Derechos de la Naturaleza, más popularmente conocidos como Derechos de Pachamama. Con esta remembranza enfatizamos la personalidad jurídica que ha convertido en sujetos de derechos a integrantes de nuestros ecosistemas. 

Me explico, la Asamblea Constituyente ecuatoriana estableció en el artículo 71 de su Constitución que “La naturaleza o Pacha Mama, donde se reproduce y realiza la vida, tiene derecho a que se respete integralmente su existencia y el mantenimiento y regeneración de sus ciclos vitales, estructura, funciones y procesos evolutivos”.

En 2010, en Bolivia se adoptó la Declaración Universal de los Derechos de la Madre Tierra. En 2014, en Quito, se implementó el primer Tribunal Permanente por los Derechos de la Naturaleza y de la Madre Tierra.

En 2015 la justicia argentina reconoció a la orangutana “Sandra” como “persona no humana”, por lo que adquirió derechos y pudo dejar el zoológico de Buenos Aires para mudarse a una reserva natural. En 2017, el río Whanganui fue declarado persona jurídica en Nueva Zelanda.

 Estos son unos breves ejemplos de cómo el ecologismo ha encontrado ya una implementación pragmática y jurídica muy sintomática del espíritu de nuestro tiempo, sobre todo, de cara al evidente calentamiento climático y al incumplimiento del Acuerdo de París. 

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En contraste, y para volver a nuestro punto de inicio, en Ecuador, este lunes 18 se declaró el Estado de Excepción con el objetivo de combatir la narcoviolencia. Esta decisión, siempre polémica, es resultado de la gota que derramó el vaso: los 116 muertos en un motín carcelario en el que parecen estar implicada la confrontación del Cartel de Sinaloa con el Cartel Jalisco Nueva Generación, reflejada en senda bandas ecuatorianas, los choneros y los lobos. 

Si ponemos en perspectiva los problemas de violencia en Latinoamérica, desde los Maras hasta la guerrilla, desde las dictaduras hasta la narcoviolencia, sin duda tenemos una encrucijada.

Entre los afortunadamente ya no idílicos ni utópicos Derechos de la Pachamama y el Estado de Excepción podemos encontrar la frontera más espinosa entre el estancamiento y la desbordante inestabilidad del Estado de Derecho de nuestras democracias. 

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