
Al ver la zarza ardiendo, intentaste escapar por la cerradura.
Surgió entonces, de la sombra, un destello que enmudeció al telar por el que se destejían tus dedos. Rocío marítimo obre el asfalto, nació de tu boca una palabra, en silencio.
Al llegar a tu guarida, sacaste duendes de la memoria y gacelas para adornar las paredes de la caverna.
¿Cómo, entonces, de tu sueño la pupila une las líneas paralelas?
Por lo pronto, dejaré de dibujar con filigranas y plantas de raíces retorcidas las nubes para provocar la lluvia, aunque en la última reunión de fantasmas nos despedimos a mares.

Poema publicado originalmente bajo el título de «Incógnitas. I» en Cuerda floja (Toluca: FOEM, 2010, Colección de Aete Mayor, Biblioteca Mexiquense del Bicentenario)