Para una teoría de la intriga


 

La intriga: estrategia política de la sospecha.9.-Egon-Schiele-Self-Portrait-with-Arm-Twisted-above-Head-1910

La intriga, paranoia sutil, espada de Damocles de sombras que se amotinan en los rompecabezas que dejan las miradas.

La burocracia y el amor construyen castillos en el aire a partir del sublime rencor de la intriga; su ejercicio mental funciona como un laberinto de opciones, teoría del caos de sucesos previstos, el tejido maquiavélico de la tenebra sin lux.

Hacinada en los cinturones de miseria de los cubículos y las vecindades, si no escupes la intriga a tiempo se te pudren los dientes, porque la intriga sirve de antiséptico para la indiferencia, para tender puentes entre todas y cada una de las misantropías posibles.

La intriga es un apéndice del cuerpo que toma vida propia, Mr Hyde, un despojo de las ilusiones perdidas, la brazada final antes del estertor del fracaso o del suicidio. En algún lugar del abismo del fastidio, la intriga se presume muñón, sobreviviente de los envidiosos y los iracundos.

La intriga: base de un discurso interactivo y de una teoría comunicacional de una estirpe.

La intriga: terapia de redención emocionalKoudelka 05; la intriga laxante y su remedio dantesco al estreñimiento: “le puse cianuro a tu sopa. Es que le faltaba sal”. Apretar los dientes hasta reventarlos.

El perjurio inicia en los pasos zigzaguentes, culebrinos, de la intriga, de dientes para adentro, antes de la mordida sigilosa de la traición.

 

 

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