Naufragio


He naufragado tantas veces y han sido tantas mis migraciones que ya ni las aves reconocen la estela de mi vuelo ni mis palpitaciones se reflejan en el fósforo de los huesos de esos cadáveres esparcidos por las fronteras que ya no reconocen mis metamorfosis.

Desde el precámbrico hasta el estallido de la tierra y su salpicar materiales incandescentes, orgánicos y fragmentos de tegumentos y pieles enardecidas y translucidas reverberaciones de segmentados cuerpos animales, vegetales, piritas, cuarzos y diamantes recién fraguados por todas las infinitas direcciones cósmicas, y después de una inmensa zona de niebla y nebulosas, anillos de meteoritos concéntricos a órbitas inhóspitas, en el planeta más alejado que recibió en esas ondulaciones radiales los residuos de la Tierra esparcidos en sus lascas, trizas y esquirlas, ahí el más pequeño de mis hijos encontró un mensaje en una botella con el sello: Camberra.

3897306840_fa4c79af4c_zLa familia con el nombre Friday Selkrik reseñaba en inglés, esa protolengua casi mítica, una anécdota muy peculiar: A la orilla de la playa arenosa repleta de corales resecos y riscos espinosos cayó otro mensaje en una botella de vidrio de una antigua bebida tóxica con fines orgíasticos, extáticos y de esparcimiento (así decían las Escrituras Enciclopédicas):  ginebra holandesa.

Los aguas lustrales siempre han sido los cordones umbilicales que nos religan al origen.

Eso escribieron los Friday Selkrik sobre el mensaje encontrado en Camberra.

Como el espejo frente al reflejo de otro espejo, 132 años antes a su era, la familia Friday Selkrik afirmaba haber encontrado el mensaje en su partida hacia Perth antes de que este se incendiará por los tsunamis de rocas submarinas, fechados en 2032. El mensaje, como una onda matrioshka de Tiempo concéntrico, enviado por el Observatorio Naval de Alemania en 1882, afirma haber aumentado el conocimiento sobre las corrientes marítimas de la Tierra, señala la familia de Camberra, y haber sido lanzado desde la proa de un naviero científico, un barco común imaginamos mi hijo y yo, puesto que las Escrituras Enciclopédicas son muy llanas respecto a dichos navíos.

«Hemos naufragado durante muchos siglos, es Tiempo de volver», leo la frase en ambos mensajes como un eco repetido más allá del mensaje y me estremece un deja vu,  una extraña nostalgia mientras mi hijo me mira con extrañeza.

 

 

 

*Cuento inspirado en una nota periodística

 

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