Un viento suave y repentino
abre la puerta del sueño
con el sigiloso peso de tu cuerpo
con la ingrávida y sucuba forma de la avidez
sombra de la ansiedad
con que la arena del desierto
adensa las grietas del deseo.

te tomo con mis manos de niebla
te erijo pedestal que se columpia
me tomas de la piel erguida
timón de borrascas oníricas
como un barco que navega
por los tibios riscos de la noche
no hay faro,
todo es deriva y naufragio
ventarrón de goce y culpa
y la insípida humedad lunar
cuya brisa marcial,
suave y repentina y contundente
dentro de tu vientre arremete
al compás de ese tenue aliento
exhalado por el arrebato del sueño