al abrir la puerta del día

en ese limbo donde la luz
se cuestiona su materia:
se entumece el hielo de la pupila
como en una erótica escena
las manos de la niebla
bajan por la cabellera encina
y verde de concéntricas laderas

y escabulle sus dedos por los entresijos
como si tactara el contoneo de un masaje
y baja más todavía
por las escarpadas colinas del cuello
donde palpita una minúscula lluvia
donde se destrenzan sin pudor
las raíces más profundas e irrigadas
al tremolar los dedos de neblina

la avidez que la noche dejó en duda
con la ansiedad apresurada
por morder la fruta fresca
que goza al alba
la humedad deja la brisa
cuando se desanuda la niebla
Nota: no encontré fotos del paraje de Salazar, Estado de México, que me inspiró este texto, por eso tome estas.
Fotos 1 y 2 tomadas de internet; foto 3 de Doreen Ríos