Las vértebras del pulpo


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Nadie se imaginó que alguien se metería con el Pulpo, ni tocarlo siquiera, compa. Alzarle la voz era un boleto de frente a la boca del infierno. No es por nada, pero no había forma de ponerle el alto a ese cabrón. Un, dos, tres, finta el bolado de derecha y ¡zaz! el upper con la izquierda en el filito de la quijada. Y de pronto todo en negro. Te lo digo de huevos, compa, ese cabrón era bien rifado. Era el más recio de todo el barrio.

Vintage colored octopus illustration from Deutschen Tiefsee-Expedition, German Deep Sea Expedition (1898–1899) by Carl Chun. Original from Biodiversity Heritage Library. Digitally enhanced by rawpixel.

     La neta nadie se metía con él. Nadie le había puesto sus putazos desde que su carnal el Gato le puso una chinga frente a todos. Sólo porque jugando fútbol el Pulpo le metió gol al Juan Luis, el Tibu. Hasta eso no era tan malo en la cáscara. Tampoco era el superjugador, pero no se abría cuando venía el balonazo. Era bien rifado. Incluso jugó un tiempo en las básicas de primera división. Era un defensa intratable. Se paraba detrás del delantero y esperaba el balón con la precisión de un cirujano. A punto de llegarle el balón al contrario y ya lo tenías encima como una avalancha. Ese Pulpo era como el cuchillo de un carnicero. Así que para la siguiente ya la pensaban. La mayoría de los jugadores se cuadraban a la primera y las siguientes ya mejor le bajan de bolas. Pero siempre hay uno que se rebela, y como dice mi vieja: «nunca sabes de donde brinca la liebre». Y si el contrario se ponía al pedo, el Pulpo era el primero en brincar. Ese era su problema en la cancha. Se enganchaba de volada.}

     Pero yo te estaba contando cuando el Pulpo se embrolló con su hermano, compa. El pedo fue que el Pulpo le metió gol al Tibu. Se burló, lo empezó a zapear, bien manchado, porque tenía la mano pesada el culero. El Gato estaba en el equipo del Tibu y no le gustaba que los humillaran; defendía hasta la muerte a sus compañeros. Porque en el fut, como en la calle, tus compañeros son como tus hermanos. Son tu sangre y los defiendes. Y si se burlan de ellos, de alguien de tu clica o de tu equipo, entonces se están burlando de ti, y la neta esas no las pasas, las cobras dentro o fuera de la cancha. Derecho y sin pelos. Y así que ya te la sabes, el Pulpo burlándose del Tibu bien acá, manchado el vato, y el Gato encabronadísimo con su hermano porque era un ojete también para la cábula, la carreta más larga y cargada. Entonces, que se le planta y se la hace de pedo….

fragmento del cuento homónimo, publicado en La intuición del vacío, editado y publicado por TunAstral (donde puedes escribir para adquirirlo), Toluca, 2021

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